La esclerosis múltiple es una enfermedad neurodegenerativa de origen autoinmune y de carácter inflamatorio. En una enfermedad crónica que afecta al sistema nervioso central produciendo desmielinización (pérdida de mielina, fundamental para la transmisión neuronal), gliosis reactiva y degeneración neuronal/axonal.
Esta enfermedad es una de las principales causas de incapacidad laboral en adultos jóvenes. Aproximadamente el 70% de los diagnosticados lo son entre los 20 y los 45 años. Siendo muy poco habitual el inicio a partir de los 60 o en menores de 10 años.
La esclerosis múltiple tiene distintas formas de cursar, la forma más habitual es la recurrente–remitente. En esta forma la persona sufre unos brotes en los que aparecen nuevos síntomas o empeoran sus capacidades con una posterior “recuperación” o mejora en la que pueden quedar secuelas a nivel fisiológico. Una segunda forma es la secundaria progresiva en la que suele derivar la primera y que cursa, como su nombre indica, de forma progresiva (más o menos rápido según los pacientes). La velocidad de progreso de esta enfermedad es también algo variable entre los distintos pacientes, pero al tratarse de una enfermedad crónica y degenerativa los afectados por esta enfermedad van perdiendo autonomía (física, cognitiva o ambas) y requerirán en algún momento de ayuda o asistencia para realizar sus tareas diarias de aseo, comidas, paseos, etc.; ya sea de forma puntual o continua.
La esclerosis múltiple también se la ha definido por la enfermedad de las mil caras por poder presentar distinta sintomatología según los pacientes, sin embargo, ciertos síntomas son bastante comunes entre los enfermos de esclerosis múltiple.
Entre los síntomas que pueden indicar que una persona tiene esclerosis múltiple podemos destacar los siguientes:
Algunos de los primeros síntomas que podemos identificar están relacionados con el movimiento y el equilibrio.
- Vértigos y mareos. Son unos síntomas bastante comunes que aparecen al principio.
- Dificultades en el equilibrio, un síntoma muy general.
- Falta de coordinación en el movimiento. Tropiezos, como si no respondieran bien las piernas, o dificultad para medir distancias al coger o agarrar objetos. Lo podríamos entender como “torpeza” en las funciones motoras.
- Parálisis (hemifacial o hemeplegia), que suele remitir. Es un síntoma muy claro.
- Hormigueo en las extremidades.
- Espasticidad o rigidez, por contracciones involuntarias de los músculos.
- Problemas para la marcha normal.
- Dificultad en la deglución y sensación de ahogo al tragar. Dificultad con los líquidos.
La visión también se ve alterada debido a la afectación del nervio óptico.
- Visión borrosa o doble.
- Dolor ocular y pérdida de visión, no permanente, de ese ojo.
Hemos descrito los síntomas más generales que podemos identificar desde el exterior, otros síntomas, relacionados con el estado de ánimo, fisiología intestinal, disfunción de la vejiga (incontinencia) o disfunción sexual también pueden estar causados por esta enfermedad.
La esclerosis múltiple es una enfermedad que no tiene cura, pero existen tratamientos que intentan reducir la aparición de los brotes (tratamientos inmunosupresores y antiinflamatorios) o tratamientos puntuales para disminuir la agresividad de los brotes.
En Córdoba, en el Servicio Andaluz de Salud (SAS), contamos con una unidad de neurólogos especializada en Esclerosis Múltiple para el seguimiento y tratamiento de estos pacientes.